A pesar de la ayuda Estatal, Gallardón no construirá ni la mitad de las Escuelas Infantiles que prometió durante su campaña

La falta de Escuelas Infantiles en Madrid y, en particular, en algunos distritos como el Centro, constituye una verdadera lacra social, además de un lastre para el progreso económico de la capital de España. A la hora de cuidar a los hijos,  casi siempre son las mujeres las grandes sacrificadas de las sociedad, las que «aparcan» su carrera profesional. Y, desde este punto de vista, la prestación de unos servicios de guardería de calidad, próximos al domicilio y subvencionados con fondos públicos genera externalidades positivas no sólo en la calidad de vida de los ciudadanos, sino también en el empleo y en la economía.

Cuando la clase política ignora el impulso decisivo que aporta esta clase de servicios públicos en el conjunto de la economía y del empleo, está demostrando su total ineptitud para ser depositaria de la confianza de los ciuadadanos y para gestionar fondos públicos.

Cuando un gestor engaña a la ciudadanía para ser elegido (prometiendo 51 guarderías en Madrid) demuestra tener una cara de cemento. Cuando tiene la oportunidad de enmedar tremendo despropósito pero no lo hace, lisa y llanamente, está pidiendo a gritos que los ciudadanos lo echen a la calle.

Cuando un gestor toma la decisión consciente de aparcar proyectos de tamaña trascendencia social por otros de escaso interés para la ciudadanía, (aunque de gran interés para su ego) como los Juegos Olímpicos, está demostrando que lleva demasiado tiempo subido a un coche oficial y ya se ha olvidado de cómo vive la gente.

A Gallardón parece que la gente sólo le interesa para que vayan  a votar (engañados, según parece)  y para que le aplaudan cuando, subido a una grada bajo la llama olímpica, pronuncie su discurso plagado de humo y de mentiras.