Un año más, la «Cabalgata Rebelde» de Hortaleza resiste

Ante todo, mis felicitaciones a los vecinos de Hortaleza, que un año más, y con la misma ilusión de siempre (o puede que incluso más) han conseguido sacar adelante su cabalgata de Reyes, hecha íntegramente con el trabajo y las aportaciones de los vecinos.

Para aquellos que no estén al tanto, les diré que la Cabalgata de Hortaleza venía siendo realizada por los vecinos desde hace más de veinte años. Era un proyecto popular en la que todos podían participar y aportar su dosis de creatividad e ilusión.

Hasta que la concejala del distrito, alegando razones de «seguridad» y «excelencia» decidió que la cabalgata sería realizada por una empresa contratada por el Ayuntamiento, que recibiría del consistorio la nada desdeñable cantidad de 70.000 euros. Hasta aquí, un historia como tantas otras de nuestra ciudad, gobernada por seres con unas ansias tremendas de disolver cualquier movimiento asociativo y de premiar económicamente a unas cuantas empresas afines. Como no podía ser menos, la concejala responsable del cotarro había decidido incluso el recorrido de la cabalgata que, por supuesto, habría de bordear un centro comercial. Se trataba, claro está, de hacer el juego a las grandes empresas atrayendo hacia el mencionado centro a los vecinos, cual dóciles ovejas, para que se dejaran en el centro comercial la extra de Navidad.

Pero lo que la concejala ignoraba era que los vecinos de Hortaleza no tienen nada de borregos. Más bien todo lo contrario.

Lo maravilloso de la historia es que los vecinos dijeron NO al afán depredador de la concejala, y por ende, del Ayuntamiento. Así que ahora, pese a existir una cabalgata «privatizada» , los vecinos siguen adelante con la suya, la «cabalgata rebelde», como le llaman algunos, celebrada en una fecha algo inusual para una cabalgata: el 4 de diciembre, en lugar del 5, como es de rigor. Pero, claro está, el 5 es la «privatizada». Parece como si el Ayuntamiento tuviese sobre las calles una especie de derecho de pernada para decidir cuándo y dónde se celebra cada cosa.

Lo peor de la historia es que el Ayuntamiento , en lugar de obtener de esta historia una lección de democracia de una vez y para siempre, siga adelante con su triste y fracasado proyecto. Una absurdez que, además de ser un pobre sucedáneo de algo que ya existía, absorbe al erario público anualmente unos 12 millones de las antiguas pesetas.  

¿Para qué? se preguntarán algunos, y con razón.